Niños graciositos

Hace ya muchos años, en mi barrio, se puso de moda entre los niños preguntar la hora con un reloj en la muñeca. Un día un niño de esos preguntó a la persona inadecuada: A MÍ.

Era una tarde de calor y yo caminaba por la calle hacia un quiosco para comprarme un polo (el instrumento fálico refrescante), conforme subía la calle un niño con un reloj en la muñeca subido a una bici me preguntó:

– Perdona ¿me puedes decir la hora?

Miré a mi polla y a mis huevos y le dije:

-Las dos y tu madre.

A lo que él extrañado me dijo:

– ¿Mi madre?

Y le dije con una pequeña sonrisa en la cara:

– Si, la aguja grande y gorda apunta hacia ella.

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